Día 28 de Marzo de 2008
EL SUEÑO ES LA MAYOR CONQUISTA DEL ARTE MODERNO
Tres horas y cuarto dan para mucho.
No recuerdo cómo, sí tal vez por qué: Ecuapop es objeto del setenta y cinco por ciento de nuestros pensamientos y sueños diarios;
Nos vi parados frente a la valla del aeropuerto de Quito, contemplando unas siluetas vacías que significaban el dolor de la gente que se queda (los de aquí), que observa cómo vuela la gente que se va (los de allí). Las siluetas eran de chapa, pero lloraban, y las lágrimas oxidaban su propia superficie. ¿La espera oxida?
Al poco rato, Alfredo y yo estábamos comiendo unos “camarones reventados”, un verdadero manjar que no pudimos disfrutar porque tuvimos que salvar a Víctor de las tenazas del cangrejo que estaba metido en su plato de tallarines con frutos del mar. El cangrejo maldito ni siquiera se amedrentó con la tabla de madera y el martillo que teníamos para asesinarle, así que otra vez, con una sincronización que no fue premeditada, salimos corriendo como cuando nos robaron.
Y aparecimos en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, entre libros, la cartelera de la filmoteca, fotografías de mujeres y museos que nos cerraban sus puertas porque ya era hora de cerrar.
EL SUEÑO ES LA MAYOR CONQUISTA DEL ARTE MODERNO
Tres horas y cuarto dan para mucho.
No recuerdo cómo, sí tal vez por qué: Ecuapop es objeto del setenta y cinco por ciento de nuestros pensamientos y sueños diarios;
Nos vi parados frente a la valla del aeropuerto de Quito, contemplando unas siluetas vacías que significaban el dolor de la gente que se queda (los de aquí), que observa cómo vuela la gente que se va (los de allí). Las siluetas eran de chapa, pero lloraban, y las lágrimas oxidaban su propia superficie. ¿La espera oxida?
Al poco rato, Alfredo y yo estábamos comiendo unos “camarones reventados”, un verdadero manjar que no pudimos disfrutar porque tuvimos que salvar a Víctor de las tenazas del cangrejo que estaba metido en su plato de tallarines con frutos del mar. El cangrejo maldito ni siquiera se amedrentó con la tabla de madera y el martillo que teníamos para asesinarle, así que otra vez, con una sincronización que no fue premeditada, salimos corriendo como cuando nos robaron.
Y aparecimos en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, entre libros, la cartelera de la filmoteca, fotografías de mujeres y museos que nos cerraban sus puertas porque ya era hora de cerrar.
Alfredo, el pobre Alfredo que ya había tenido suficiente hace unos días con el ataque del atracador, fue atrapado y reducido ante una obra de arte contemporáneo que estaba en el jardín de los alrededores y el cartel del Kentucky Fried Chicken (KFC). La K estuvo a punto de caerse en su cabeza, pero el viento estaba a su favor, y la maldita letra aplastó un ala de pollo frito que se pensaba libre, volando hacia otras franquicias.
Por suerte apareció Luz, y nos salvó de la mala racha de incidentes. Nos condujo al Teatro Prometeo, y pudimos contemplar la obra “Sólo cenizas hallarás”. Y todos reímos, y observamos con atención las tribulaciones de sus personajes. Todo exquisito, como el café que sirvieron antes y después de comenzar la función.
La noche, Luz, y esa misteriosa atmósfera quiteña nos llevaron hacia la zona de “La Ronda”, otro mundo dentro de una ciudad que con sus “bromas” nos había estado asustando todos los días. Un barrio de dos o tres calles que en su momento había sido una zona tan peligrosa que ni la policía se animaba a ingresar, y que gracias a diferentes actuaciones se logró rehabilitar para que los dueños de las casas gestionen sus propios negocios y continúen con el mantenimiento de la zona.
Y esta vez no recuerdo cómo, ni siquiera por qué, pero acabamos junto al diablo en su cumpleaños (claro, el diablo también cumple años, pero me figuraba que tendría muchísimos más de 40, como decía tener éste). El mismísimo diablo y su discípula Luz nos invitaron a quedarnos en el festejo. Vino, sopa de bolas de verde, camarones apanados con frijoles y arroz, un pastel de maracuyá y chocolate, la voz y la guitarra de Luz junto a un compañero de música y vida. Nosotros charlando, disfrutando y flotando en un aire que no imaginábamos cruzar. Agradecidos por las sonrisas que surgen cuando los planes se cancelan por conquista de la improvisación, volamos y regresamos al hotel.
A Mauricio se le había complicado la mañana, y tardó tres horas y cuarto en venir a recogernos. Tres horas y cuarto dan para mucho, hasta para pegar una cabezadita y conquistar el arte.
5 comentarios:
Cuántas experiencias no programadas e inolvidables. Qué envidia le debe dar al del comentario advers (no me acuerdo el nombre).
Un orgullo. De verdad. Apertura de cabeza.
Cariños.
muy gueno
grande osi
pobrecitos!
tengo así como la impresión inicial a lo mejor no muy equivocada, de que tienen ese toque de seguir diciendo, ustedes los europeos poderosos, nosotros los latinoamericanos. O sea, como que no hay simetría. En Europa hay una visión paternalista de América Latina. Más allá de la retórica de los que nos miran desde Europa, hay que comprender las necesidades objetivas y no dramatizarlas como hacen algunos desde la visión de la democracia europea.
Amiga!! Qué estupendo blog te estás montando, ¡enhorabuena! Es un placer increíble volver a disfrutar de la Clari escritora, con tu estilo certero, comprometido y a la vez tan fácil de leer. Tus relatos sobre el viaje a Ecuador son fascinantes, ¡y qué envidia me das cuando te veo con esa cámara en la mano!
Mucho ánimo y nos leemos pronto. ¡Besos!
Violeta.
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