Hoy hemos estado en La Vall d’Uixó, donde más de quinientos estudiantes de los tres institutos de educación secundaria del municipio (IES Honori Garcia; IES Botànic Cavanilles e IES Benigasló) han participado en esta primera jornada de sensibilización promovida por la Societat Cultural Amics de la Vall, que preside nuestra amiga Rosario Benavent.
Se han realizado dos sesiones, una a las 11.00 de la mañana, para los alumnos de tercero de ESO; y una segunda, a las 13.00 horas, para alumnos a partir de cuarto; ambas en el Teatro Municipal Carmen Tur.
Como comenta el periodista italiano Claudio Lazzaro en un reciente artículo en El País Semanal, “a veces pienso que hemos construido una sociedad que saca lo peor de nosotros y ya no nos reconocemos”. Cuando participamos en este tipo de encuentros con adolescentes nos alarma observar cómo se despierta, en la oscuridad de la proyección de una sala de cine, la voz intolerante, prepotente y atrevida desde la cobardía que ofrece el anonimato del grupo y tenemos la sensación de que nadie hace nada por evitarlo. Se trata en todos los casos del discurso de una minoría escandalosa, construido desde una retórica por todos conocida, de argumentos repetidos, tomados de aquí y de allá, sin comprobación, ni reflexión alguna.
Los aplausos de estos jóvenes a lo largo de la proyección, cuando se oyen en el documental las opiniones de los más intolerantes, nos hacen verlos como auténticos sheriffs de tercera, matones al amparo de la oscuridad de la sala, pero insultantemente cobardes cuando, a la hora del debate, con las luces encendidas, se les pone delante un micrófono para que justifiquen en voz alta sus argumentos. Entonces se quedan callados, porque probablemente son incapaces de argumentar nada.
Estas muestras de violencia sonora tan gratuitas contra los que simplemente consideramos diferentes, contra el que no se viste como nosotros, no come lo mismo, no habla con nuestro acento, tiene distinto color de piel o credo religioso no representa a personas con valores culturales, representa el inicio de una actitud discriminatoria, xenófoba y racista azuzada por la ignorancia. Y este es un fenómeno que nos preocupa cada vez más.
Entre toda esa oscuridad estamos absolutamente convencidos que hay personas que no comparten estos puntos de vista, ni necesitan ser pequeños matones. Desafortunadamente, sus voces, por precaución, por prudencia, o por temor, quedan silenciadas por el estruendo de los primeros.